5.3.08

películas: lars y una chica de verdad

Lars y una chica de verdad fue la primera película que vi este fin de semana dentro del Festival de Cine de Las Palmas. Y fue una forma inmejorable de empezar.

La película cuenta una historia sencilla: un chico solitario que un día anuncia a su familia (su hermano y la mujer de este último) que se ha echado una novia. Todos reciben la noticia con mucha alegría, hasta que aparece la chica y descubren que se trata de una muñeca a tamaño real que Lars ha encargado por internet.

No es que la historia sea el colmo de la originalidad, ni se trata de una película que pretenda cambiar el curso de la Historia. Pero, dentro de la sencillez de su planteamiento en todos los sentidos (el guión, la música, las imágenes, los diálogos, las interpretaciones, todo está impregnado de sobriedad y mesura), la película es una delicia de ver. Es divertida, sobre todo al principio, pero a medida que la historia se va desarrollando, uno llega incluso a emocionarse.

Supongo que lo lógico sería compararla con las típicas comedias indies de las que cada año tenemos una o dos últimamente, como Pequeña Miss Sunshine o Juno, y está claro que encaja en esa categoría. Yo aún no he visto Juno, pero Pequeña Miss Sunshine me gustó bastante. Las tres, a pesar de ser distintas, son historias más o menos cotidianas sobre relaciones familiares y sociales.

Las interpretaciones son buenas, los diálogos también, y en toda la película sólo hubo una escena que me chirrió un poco (era calcada a una de otra película anterior), pero en general salí muy satisfecha del cine, igual que todos los amigos con los que he hablado después y que también la vieron ese día. Por eso me extrañó tanto abrir un periódico local al día siguiente y encontrarme con que el crítico del diario la ponía a caldo. Pero a caldo, a caldo. Cuando terminé de leer la crítica estaba convencida de haber visto otra película distinta, o quizá sea que mis expectativas cuando voy a ver una película son menores que las suyas.

Lo que yo tengo claro es que no siempre hay que ir al cine a sufrir. No hace falta que todo lo que uno vea sea cine comprometido o historias enrevesadísimas con unos efectos especiales alucinantes (vale, reconozco que de estas últimas no veo nunca ninguna). A veces a una le apetece simplemente pasar un rato agradable y salir de la sala reconciliada con la humanidad. Si ya tenemos bastante claro que en el mundo de la música todo está inventado y que nadie va a descubrir nada nuevo a estas alturas, ¿por qué iba a ser distinto en el cine? Pero, aunque se hagan cosas repetidas, lo importante es que se hagan bien. Y yo creo que en esta película lo han conseguido.

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