8.3.08

8 de marzo


Todos los años, el día 8 de marzo este blog se viste de fiesta para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Para celebrar todo lo que hemos conseguido en este país en cuanto a derechos y oportunidades, aunque quede mucho camino por recorrer y aunque parezca que parte de ese camino no se recorrerá nunca.

Es una fiesta, sí, pero también una llamada de atención para que no se olvide que hay que seguir luchando por conseguir que todas las personas, de cualquier sexo, de cualquier color, de cualquier ideología, tengamos las mismas oportunidades.

Una historia personal.

Hace unos meses leí en El Síndrome Chéjov una convocatoria para que autores más o menos inéditos enviaran sus relatos. En un primer momento yo pensé que no tenía nada que valiera la pena enseñar y lo dejé pasar. Pero luego, Miguel Ángel, el autor del blog, volvió a escribir sobre el tema y dijo que entre todo lo que le había llegado no había ninguna mujer. Y algo se me revolvió por dentro.

Eso no es una novedad, sino una constante. Si miramos cualquier antología de relatos que se haya publicado en España en los últimos años (por ejemplo, ésta que acabo de comprar), podremos comprobar la diferencia aplastante de hombres frente a mujeres cuya producción se recoge en ella. En este caso, son quince hombres y cuatro mujeres, y aún así debo decir que estoy sorprendida de que las mujeres sean más de dos. En muchos otros campos ocurre lo mismo.

Cuando leí aquella nota de Miguel Ángel, a quien le agradezco su esfuerzo por convocar también a las escritoras, decidí enviarle un relato de los que tenía más o menos presentables, aunque no estuviera completamente satisfecha con él. Y eso hice. Este lunes pasado me escribió para decirme que me publicarían durante el día de ayer. Y eso hizo él.

Cuando ejerzo de pinchadiscos me sucede algo parecido. Creo que sólo hay otra chica que pincha en toda la isla, y la verdad es que de todos los sitios en los que salí durante mis diez años de vida madrileña (y doy fe de que fueron muchos), sólo vi a tres DJs mujeres. No sé si el problema es que las chicas no están interesadas en pinchar o si creen que no van a ser lo suficientemente buenas. Sólo sé que yo hace tiempo que decidí no prejuzgar mi trabajo ni limitar mis posibilidades por culpa de mi propia inseguridad. Ya no juzgo lo que hago de antemano: dejo que lo juzguen los demás.

No sé si soy buena pinchando, pero la gente suele pasarlo bien. No puedo decir que sea buena escribiendo, porque mi producción hasta ahora es muy limitada y sólo podré tener una idea clara cuando haya escrito todo lo que llevo en la cabeza desde hace tiempo. En cualquiera de los dos casos, voy a seguir intentándolo. Tampoco éramos muchas chicas cuando entré en la Escuela de Teleco y ahora estoy segura de que soy muy buena en mi trabajo. Así pues, yo seguiré adelante, esforzándome por hacer las cosas cada vez mejor y por ser valorada por ellas. No porque sea una mujer que escribe o que pincha. Simplemente, por escribir y por pinchar, como se juzgaría a cualquier otra persona.

Nosotras lo tenemos fácil. Sólo tenemos que hacerlo. Hay muchas mujeres en el mundo, la gran mayoría, que no tienen las mismas oportunidades. Por ellas tiene que seguir existiendo este día. Por ellas, y por todas, hay que seguir trabajando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como les gusta decir en "El Hormiguero"...

La mujer, ese gran desconocido

Tú sigue adelante, que el tiempo dirá...

Un abrazo muy fuerte desde la península.

Ana Saturno dijo...

¡Cristina! Qué ilusión verte por aquí.

Muchos besos, espero que todo vaya tan bien por ahí como la última vez que nos vimos. :-)

Jermanio dijo...

Escribes mejor cuando lo haces con rabia.

Me alegra haber leído esta entrada.

Un abrazo y vuélcate en la escritura que tienes muchas cosas que contar.