25.9.08

variedad de jueves (ii)

Empecé a escribir esta entrada hablando de nubes y lluvia. Ahora, cuando ya es de noche, sigue lloviendo flojito después de un temporal que ha tenido a toda la isla en alerta. Tras un par de días en los que hemos soportado un calor asfixiante y un sol abrasador sobre nuestros hombros, el clima sigue insistiendo en que quitemos lo de templado y empecemos a hablar sólo de subtropical. Pero al final, a pesar del siroco, del calor y de la humedad, no estuvo tan mal sentir las gotas en mis brazos. Con el mal día que llevaba hoy, fue hasta relajante, como una cura contra las malas pulgas y el tonto resentimiento que los contratiempos del día a día me provocan a veces.

Y ahora que ya estoy más tranquila intentaré escribir una entrada decente en este blog que, muy a mi pesar, he tenido tan abandonado en los últimos días.

Para empezar les contaré que el martes ahogué mi disgusto por el suspenso en una compra, aunque no se trató de un ataque compulsivo consumista propiamente dicho, sino que era un libro (el que ven en la imagen) que ya había reservado previamente en la librería.

Es un librito muy corto que, en circunstancias normales, ya estaría leyendo con fruición, pero mi régimen actual de test + test + consulta al manual de la autoescuela + test no me permite salirme del plato. Lo cual no quiere decir, claro, que no esté deseando hincarle el diente. Tengo la sensación de que cuando lo haga tendré mucho que pensar y que escribir sobre el mismo, pero mientras tanto pueden leer esta entrada de Vivir del cuento, que a mí me pareció inteligente y apropiada a pesar de no estar de acuerdo con todo el contenido (por ejemplo, Julián Rodríguez no me interesa nada y sin embargo aún sigo encontrando interesantes algunas de las cosas que dice Javier Marías), y a pesar de la que se montó luego en los comentarios.

Muy interesante me pareció también esta pequeña entrada sobre una anécdota atribuida a Bolaño. Ya saben que yo en cuanto leo ese nombre me pongo a temblar, porque, pobre Roberto, han hecho y dicho tanto desde que murió poniendo su nombre por delante que una ya se espera cualquier cosa. Sin embargo, la reflexión de Andrés Ibáñez me pareció muy digna de ser leída.

En el apartado compras hubo también una visita al Daily Price el viernes pasado, que se saldó por mi parte con un recopilatorio triple de Bowie (no tenía nada suyo original, qué le vamos a hacer, lo primero es reconocer las propias carencias para luego poder subsanarlas), un disco de The Hit Parade y el primero de Calle 13. Con ese último, sin embargo, no tuve suerte. Después de emocionarme cuando por fin lo encontré tras muchas visitas en las que no estaba, lo pusimos en casa y casi me hecho a llorar: no me había dado cuenta de que en los laterales del CD ponía Clean version, lo que quiere decir que es una basura porque cada vez que se dice algo que la censura consideró inconveniente, se plantó un corte tapado de muy mala manera. Mañana iré a devolverlo, espero que "la pista 3 salta" sea suficientemente convincente y no empiecen a decirme que no se ve ningún rayón y que no lo puedo cambiar.

Se me acumulan, por cierto, los discos que quiero escuchar, pero no doy avío y no he podido ni oírlos ni hablar de ellos. Hay temporadas en las que parece que todo se estanca y otras en las que creo que si leo algún nombre más que me interese al lado de las palabras disco nuevo, me voy a volver loca. Estoy en esas, pero poco a poco iremos haciendo camino y bajando la montaña de pendientes. Lo contaré aquí, claro.

Mientras tanto, para aumentar el sinsentido, yo sigo erre que erre con el disco de Lindstrøm, que me supone un auténtico remanso de paz y compañía mientras estoy trabajando.

Y ahora, cosas menos agradables. Hoy, creo que por primera vez, he fallado a mis normas y mis principios sobre el comportamiento que debo tener en internet, sea en una lista de correo, en un foro o en un blog, y he empleado un tono demasiado agresivo al hacer un comentario. Y me da bastante rabia, la verdad, sobre todo porque mis malas pulgas estaban motivadas por otras situaciones de la vida cotidiana (y laboral) en las que no podía responder tal y como quería. Y en su lugar, acabé haciéndolo justo donde no debía, en un blog.

De todas formas, dicho esto, pensaba que lo importante era hablar del debate suscitado por una entrada de Jenesaispop que tuvo su apropiada y perfecta respuesta en esta otra de El Ruido de la Calle (donde yo saqué los pies del tiesto). Sin embargo, después de leer todos los comentarios en uno y otro sitio, sigo en el punto de partida, sólo que mucho más cansada. Pienso todavía lo mismo que dije hace unos días en La Increíble Verdad y que probertoj explica en la entrada de su blog. Y me pasa lo mismo que dice manolo en su comentario a esta última, que al final me he desinflado y que me siento tan en las antípodas de lo que se decía en la entrada inicial de Jenesaispop y en los posteriores comentarios de su autor que no sabría ni por donde empezar para poder dialogar.

Hay otras cosas de las que tampoco resulta agradable hablar. De política local, por ejemplo. Antes solía pensar que las cosas tan absurdas que pasan en la política canaria pasaban también en el resto de las regiones españolas, y que si viviera en otro sitio me llevaría las manos a la cabeza cada dos por tres por ellas, exactamente igual que aquí. Pero de un tiempo para acá lo tengo cada vez menos claro, y la verdad, hasta deseo que no sea así. Con una república bananera en España ya tenemos bastante, y no cabe duda de que son estas islas. Tampoco quiero pensar en términos de si nos merecemos o no la clase política que tenemos, porque, si a nivel nacional puedo pensar en una alternativa, tener algún partido por el que votar sin taparme la nariz, en lo que respecta a esta Comunidad Autónoma y esta isla, las alternativas no existen.

Todo esto viene al hilo de viejas polémicas reavivadas aquí estos días, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid o vaya uno a saber por qué, pero lo cierto es que la situación empezó a tomar un cariz delirante esta semana y ayer se confirmó el disparate. Lo explica a la perfección Manuel Almeida en Mangas Verdes, así que prefiero enlazarlo a él antes de añadir una opinión, la mía, que sólo redundaría en lo mismo.

Y creo que ya va siendo hora de callarme y ponerme a hacer otro test. Quería terminar hablando de una posible buena noticia, pero hasta que no lo vea por escrito no voy a decir nada, que luego pasa lo que pasa. Así que en lugar de eso les dejo una recomendación, un Tumblr que llevo leyendo unos días y me parece una auténtica delicia: 1001 rules for my unborn son. Todo un descubrimiento.

Mañana será otro día, por suerte.

PD. Copio mi comentario sobre las escenas musicales en ciudades no tan pequeñas ni tan grandes, para que quede constancia y porque soy muy cabezota:

Y sin embargo, permítanme que añada una nota amarga a este tema. Sólo conozco de primera mano el mini circuito musical de Las Palmas (llamarlo “escena” o de cualquier otra manera sería grandilocuente y falso), así que a él me referiré en lo sucesivo como ejemplo.

El principal problema que tenemos aquí, y me pregunto si no será igual en el resto de las ciudades españolas de tamaño medio, no es la falta de talento o ganas de los grupos, es la falta de público. Los jóvenes que deberían tener inquietudes musicales e interesarse por lo que se cuece en los distintos pubs y salas de la isla son apáticos, acomodaticios, vagos y desidiosos.

Hay grupos que hacen cosas muy interesantes, pero en sus conciertos siempre nos vemos las caras los mismos 30 o 40 incondicionales. ¿No sucede lo mismo en los conciertos de los grupos que mencionas, Iván? No sé cuántos habitantes tiene Gijón, pero en Gran Canaria vivimos la friolera de 800.000 personas. Y resulta que cuando hay concierto de los Bucannan, The F.E.O.S. o The Birkins, somos 40 si hay suerte. Súmenle a eso el factor isla, que hace que no vengan casi grupos nacionales por aquí, a excepción, claro está, de esos macroconciertos de David Bisbal o La Oreja de Van Gogh que llenan los estadios, y tendrán un cuadro que podría llevar a la desesperación al más pintado. Con decirles que Deluxe, uno de esos grupos de los que aquí se habla como acomodados y que triunfan en festivales, tocó gratis total en Las Palmas y fueron cuatro gatos a verlo…

Precisamente El Guincho es una prueba de lo difícil que resulta llegar a algún sitio haciendo música desde Canarias. Sus discos nos llegan desde Barcelona. Aún no ha tocado aquí. Y este sábado, en su propia ciudad, había gente que me decía que pensaban que era catalán.

Otra de las cosas que me decían este sábado es que en Canarias los grupos locales no pueden tocar más de cuatro o cinco veces porque la gente se cansa enseguida de ellos y deja de ir a verlos. Y es cierto, pero también muy triste. No hay cultura de conciertos, y la culpa es de todos los años que hemos pasado sin un circuito en condiciones. El factor isla ataca de nuevo.

Yo estoy convencida de que esta isla, Gran Canaria, es un poco particular en lo que respecta a la música, pero no puedo dejar de pensar si no ocurrirá lo mismo en otros sitios. ¿Qué combinación de talento, cabezonería, dinero y buena suerte hace que un músico consiga trascender la escena local de su ciudad? Es probable que en muchos casos se den algunos de esos factores, pero creo que conseguirlos todos no debe de ser tan fácil. Y entiendo que mucha gente desespere en el camino. Aún no he leído la RDL y no sé cuán entusiastas o esperanzados se mostrarán con los grupillos independientes españoles, pero yo estoy convencida de que por cada uno que “triunfa” y consigue ser más o menos conocido, hay cincuenta que se quedan por el camino.

Estoy segura de que cuando lo lea también pensaré que no sólo en Madrid y Barcelona vive el underground musical español, o como lo quieran llamar, pero soy consciente de que algunos undergrounds están más abajo que otros y probablemente no vayan a salir nunca a la luz. Y eso que existe internet, si no ya sería para tirarse por la ventana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me vine aquí a buscar ese comentario, para pegarlo en la entrada y no lo encontré. Me volví loco, porque sabía que lo habías escrito tú, pero no caí que fue en La Increíble Verdad. Pero, vamos, que lo mismo en Madrid hay muchísimo público y no nos hemos enterado.

Jermanio dijo...

1001 rules for my unborn son??