7.5.08

dossier: mutantes, manuel vilas

No deja de ser curioso que hasta ahora, que he cogido el libro para escribir esta entrada, yo haya estado pensando que la aportación de Manuel Vilas a Mutantes eran unos relatos escogidos de su libro Zeta (2002); cuando resulta que se trata de cuatro capítulos del libro titulado Magia (2004). Como la página web de DVD Ediciones es bastante limitada, y los libros publicados hace unos años por ella son en general difíciles de encontrar, no puedo poner enlaces a dichos libros.

Explico mi confusión. Mutantes recoge cuatro fragmentos de un libro previo de Manuel Vilas. En un principio, mi parte cuadriculada pensó que era una desfachatez incluir fragmentos de otros libros en una antología, puesto que no eran ni siquiera relatos completos. Después, analizando fríamente el subtítulo del libro (Narrativa española de última generación), tuve que convenir que en ningún caso se había hablado de relatos. Yo lo había asumido así, pero es verdad que fue un error por mi parte.

Los capítulos de Magia escogidos transcurren en una ciudad llamada Zeta y, tras leerlos, uno puede perfectamente tomarlos como relatos independientes. De ahí mi confusión con los dos títulos. Creí natural que fueran relatos escogidos de un libro con el mismo nombre de esa ciudad, sin saber que Magia también la tenía como protagonista.

En cuanto a los textos en sí, debo decir que están bien escritos, son entretenidos y se leen en un momento. Pero, la verdad, no mucho más. No me gustaron tanto como para querer leer Magia, ni tampoco Zeta, aunque estoy segura de que tampoco serían una lectura aburrida.

Los dos últimos capítulos, Comida y Gasolinera, me parecieron los más interesantes. El protagonista del último, por cierto, es un gasolinero. Parece que es un personaje recurrente últimamente.

Un fragmento de Gasolinera:

Hola, soy yo otra vez. La gente me ve llorar mientras lleno sus depósitos. Y me preguntan qué le pasa, puedo hacer algo. No puedo decirles que lloro por ellos, que lloro porque los estoy viendo, ay, si les dijera por qué lloro; los veo, el fuego, el combustible, los veo. Se creen que lloro por mí, por asuntos míos, no saben que lloro por ellos. Se quedan tranquilos pensando que un tipo está llorando y que ese tipo no tiene nada que ver con ellos: la historia de la humanidad. Se sienten fortalecidos pensando en que es otro el que llora, se sienten humanos al preguntarme "¿puedo hacer algo?".

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