discos: lookout mountain, lookout sea
Me pasa con relativa frecuencia que una canción o un disco me recuerdan a otro que he oído antes, en algún momento de mi vida.
A veces ese recuerdo es algo leve, una evocación lejana que despierta más sensaciones que certezas. Entonces puedo pasar horas o días tratando de localizar el origen de esa sensación, sin lograrlo. Incluso una de las primeras entradas de este blog hablaba de eso, de cómo una canción de Elbow, Leaders of the free world, me sonaba tanto a algo ya conocido, pero que yo no podía identificar. Nunca lo conseguí.
Parece una ecuación sencilla: x = y*z. x es la canción nueva. z, la antigua. y, la variación que consigue que no sean exactamente iguales. A veces no es una multiplicación, sino una suma. Pero a mí me da igual, si estoy negada para identificar las variables, no podré despejar la z ni en dos años.
Otras veces, sin embargo, la identificación es instantánea. Y lo curioso es que no creo que en este segundo caso el parecido sea mayor. Simplemente, se lanzan las preguntas apropiadas a la base de datos auditiva de mi cerebro. Es probable que se trate de recuerdos que están fijados con más fuerza que los anteriores. Discos o canciones que he escuchado más o en momentos que recuerdo con claridad.
Sirva todo este rollo como introducción para explicar que el disco nuevo de Silver Jews me recuerda de forma nítida y poderosa a un disco de Lee Hazlewood al que tengo muchísimo cariño. Supongo que ahora podría ponerme a desgranar las razones por las que ese disco, que es en buena parte un recopilatorio y que no parece ser demasiado significativo, me gusta tanto, pero no se trata de hablar de eso, sino del Lookout Mountain, Lookout Sea.
Que, de hecho, lo merece, que se hable de él. Porque es un disco precioso, con diez canciones precisas y perfectas. 33'54'' de música para disfrutar, para dejarse llevar por la voz de David Berman, para cantar. Ya Tanglewood Numbers, el disco con el que los conocí, me gustó mucho en su día, a pesar de que lo escuché menos de lo que hubiera debido. Punks in the beerlight fue probablemente una de las mejores canciones del 2005. Y con éste la sensación es parecida.
Y sin embargo, aquí estoy yo, que por mucho que lo escucho, no me puedo quitar a Lee de la cabeza. En el fondo, quizá sea que eso es lo mejor que puedo decir de este disco. Y es mucho más que bastante.
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Queda un mes exacto para el Primavera Sound. A partir de ahora, mis escuchas van a ser monotemáticas: sólo artistas que vayan al festival. Intentaré que las entradas del blog no lo sean, aunque sí tengo intención de hacer una cuenta atrás parecida a la del año pasado. Vídeos, mixes y todo lo que haga falta. Celebremos que, dentro de un mes, Barcelona será una fiesta.
2 comentarios:
Gran disco, sí. Y allá al Primavera que irán, a ver qué concierto les sale. Yo ya no puedo aguantarme las ganas de ver, por ejemplo, a Les Savy Fav.
Yo tengo muchísimas ganas de ver a los Silver Jews, y a Les Savy Fav probablemente también los vea (lo de probablemente es por el pánico que le tengo a los solapamientos de horarios).
Este año tengo menos grupos que me entusiasmen a priori que el año pasado. Al principio eso me decepcionó un poco, pero luego pensé que más que un problema era una ventaja. Así tendré más hueco para la sorpresa, que siempre viene bien.
Cuando publiquen los horarios empezaré a elegir, y espero no tener que renunciar a mucho.
Saludos
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