29.10.08

personal: más prejuicios musicales

Esta mañana me sentía tan valiente que me calcé los zapatos que ven en la foto (aunque un poco más pequeños, el de la foto es un 41) para ir a trabajar. 7 centímetros de tacón y 2 de plataforma, todo charol. Después me miré una y otra vez en los espejos que me iba encontrando y siempre llegaba a la misma conclusión: qué rara me veo vestida de persona mayor, o de persona seria, o de lo que quiera que sea este disfraz de oficina.

Sin embargo, hace tres días me encontré con un grupo de chicos de instituto que dibujaban en una de las calles por las que paso al mediodía y no me dieron envidia. Mi primer pensamiento fue recordar mis propias clases de dibujo y lo bien que lo pasábamos sacando fotos de los "lugares emblemáticos" o los "rincones recoletos" que nos mandaban dibujar. Normalmente, ese pensamiento va seguido por el deseo de volver atrás y vivir de nuevo todos los años que van desde el final de la adolescencia hasta ahora, una fantasía recurrente en mí. Pero esta vez fue distinto. Esta vez sólo pensé "no me gustaría nada tener que volver a pasar por eso". Ni por lo de después. Por primera vez, me di cuenta de que no quería volver atrás.

Y eso a pesar de que es otoño, a pesar de que hace frío en Las Palmas y no para de llover. A pesar de que se ha terminado el verano, mi estación preferida del año, y de que este año hemos tenido que sacar la ropa de invierno un mes antes que de costumbre (normalmente no hace falta hasta el puente de diciembre; yo lo hice este fin de semana). A pesar de que se acerca noviembre y con él mi cumpleaños. A pesar de mis problemas con el paso del tiempo, que se me escurre entre los dedos cada día y me tiene siempre pendiente del minuto que acaba de pasar en lugar del que va a venir. A pesar de todo eso, esta semana me he dado cuenta de que no quiero volver atrás, a ningún atrás.

Quizá eso signifique que estoy alcanzando la madurez por fin. Lo que no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que me comporto más como una adolescente que como una persona adulta, y que me siento como un piojo verde cuando me visto como hoy. Tengo la sensación de que en realidad lo que pasa es que he aprendido a no tomarme demasiado en serio a mí misma y eso me ayuda a mirar hacia adelante todo el tiempo. A pensar, como decía Chucho, que lo mejor de nuestras vidas aún está por ocurrir.

Dice probertoj en su crítica del disco de The Week That Was que existe un determinado tipo de oyente que ha perdido la visceralidad y sus gustos se dirigen más al cerebro que al corazón. Aún no he escuchado el disco, pero eso se corresponde bien con el tipo de oyente que el grupo cree que debe tener, tal y como comentábamos el otro día. Mucha seriedad, poca diversión.

La edad es un prejuicio especial, porque la mayor parte de las veces nos lo imponemos nosostros mismos. Muchos otros prejuicios están impuestos por el entorno, por la sociedad. Nos enseñan un molde en el que tenemos que encajar, no sólo nosotros, sino también los demás, y todas nuestras ideas y nuestro comportamiento se supedita a dicho molde de inmediato. A veces hay vuelta atrás. A veces entendemos que no hay molde que valga y aprendemos a ser más libres.

Hace un par de semanas, mientras pinchaba en el ROOMing se acercó un chico y me dijo que no le pegaba nada la música que estaba poniendo conmigo. Que por mi aspecto nunca hubiera podido imaginar que yo escuchaba esa música. Yo me reí y le dije "pues si me ves vestida para ir a la oficina ni te cuento", y traté de no darle importancia, pero me quedé pensando un buen rato. Primero pensé en mi aspecto y que si había algún problema con él. Por suerte, si hay algo que he aprendido en mi vida, con muchísimo esfuerzo, es que el aspecto no importa y que el mío no tiene ningún problema, así que aparté toda la serie de nubarrones negros que se aproximaban a por mí y empecé a hacerme preguntas.

Como por ejemplo: ¿qué tipo de música se supone que escucha una chica vestida con una camiseta lisa, unos vaqueros y unas playeras? ¿Cómo debería vestirme para que se interpretara que escucho la música que me gusta? Más aún, ¿cuál de todos los tipos de música que me gustan? ¿Qué tienen que ver los gustos de una persona con su aspecto físico? ¿Qué tipo de libros creerá la gente que leo cuando me ven pasar por la calle? ¿Por qué se interpreta que determinadas preferencias culturales van necesariamente unidas con una imagen física y otras, no?

Ninguna de estas preguntas me preocupa demasiado, pero me llama la atención que haya personas que sí se plantean las cosas en esos términos. Igual es lo mismo que la música para adolescentes o para adultos, igual existe música para playeras y música para zapatos de tacón. Igual no puedo escuchar lo mismo cuando voy vestida de una forma o de otra, pero yo juraría que sí, que por mis auriculares salen los mismos sonidos.

Cualquier día de estos me hago punki. O algo.

4 comentarios:

__ dijo...

Si hay una cosa que he aprendido a desinteresarme es de la ropa, pero puede que el tema vaya ligado al sexo. En fin, me pongo cualquier cosa para pasar desapercibido y no le doy más vueltas. Por el mismo razonamiento no puedo relacionar música y ropa a determinades edades. Esta claro que cuando eres un teenager quieres parecerte a tus ídolos, pero cuando pasa esa fiebre, al menos para mi, deja de interesarte significarte con la ropa.

Lo que me interesa mucho más son un par de detalles que has mencionado:

¿No quieres volver atrás? Yo volvería mil y una veces y cuanto más atrás mejor, no tengo ninguna duda y tengo muchas dudas de que lo mejor de mi vida esté por ocurrir. En cualquier caso, ignoro si el futuro exista, no deja de ser efímero presente y un irrecuperable pasado.

También me ha gustado lo de los oyentes que han perdido la visceralidad y rigen sus gustos por el cerebro y no por el corazón. Puede que ése sea el quiz de la cuestión de todos nuestros comecocos. La gente cuando madura se hace cerebral (algunos nacen ya maduros, todos los hemos conocido) y dejan de sentir con el corazón.

En mi caso, creo que he usado el cerebro para determinades actividades laborales y gestiones convencionales o prosaicas. Son prostituciones que asumo con el mínimo coste buscando el máximo beneficio, procuro ser una puta de lujo y creo que no me va mal.

Pero para las cosas que me importan, para mi vida personal, para mi ocio, para mis relaciones sociales y familiares siempre he usado el corazón y para la música, como no podía ser de otra forma, mantengo la visceralidad, y para la lectura, el cine, el arte en general, la comida, los amigos, el deporte, las salidas, los viajes, la familia,...

Creo que probertoj ha dado en el clavo. Maduras y te haces cerebral, te guías por el corazón y eres un bicho raro inmaduro que no eres capaz de asumir tu edad. La eterna canción de la tribu de los que no queremos crecer, o de los que no nos importa crecer en absoluto pero lo que no queremos es compartir el mundo con los maduros.

Y ha dado en el clavo dos veces, porque lo de The Week That Was suenan a los Genesis mas collinseros (los peores) y ya quisieran arrimarse un poquito a XTC, pero están muy lejos. Parece un producto cerebral dirigido a críticos cerebrales, como los que abundan en el RDL, que sabes que lo sigo pero lo critico...

Te aconsejo que no sigas por estos derroteros porque se sabe como se empieza pero no como se acaba.

Disfruta de la vida y sé feliz, Ignacio

Ana Saturno dijo...

Gracias a los dos por los comentarios.

Ignacio, te aseguro que lo de la ropa no va ligado al sexo. Ya ves el ejemplo que he puesto, yo ni me había planteado que tuviera que existir alguna relación entre mi forma de vestir y lo que oigo, pero sin embargo fue un chico quién pensaba que sí.

Claro que me encantaría rebobinar mi vida y volver a empezar, ¿a quién no? Disponer de más tiempo de nuevo sería maravilloso. Pero cuando uno piensa que quiere volver atrás normalmente es desde la perspectiva de llevarse consigo todo lo que ha aprendido a posteriori. Y eso es trampa. Volver atrás desde cero, sin saber nada de lo que uno sabe ahora, después de haber pasado por muchas cosas, ¿estaría igual de bien?

Me parece que me vas a decir que sí, y yo también estoy de acuerdo, pero en mi caso el deseo de volver a pasar por algunas etapas y vivirlas de forma distinta podía llegar a ser una frustración peligrosa. Y estos días me he dado cuenta de que ya no me hace falta. Estoy bien donde estoy y me apetece mucho disfrutar de estos días sin pensar que están pasando volando, que es lo que me pasa siempre.

De todas formas, no me hagan mucho caso cuando hablo de estas cosas. Están muy ligadas a mis problemas para sentarme a escribir y tienen todo un desarrollo relacionado con eso que no vendría al caso empezar a contar.

Y después de esta semana espero volver a hablar de cosas alegres y despreocupadas. :-)

Saludos

lito dijo...

Hoooola Ana

Me he sentido identificado cuando has contado eso de que te decían que no pegaba una música con tu aspecto, a mi muchas veces me pasa lo mismo, hace unos días una amiga de mi cuñada se quedó sorprendidísima al ver mi blog, como estoy casado y con un par de hijos y además no voy hecho un hippy, se supone que debo escuchar OT o cosas similares, en fin, supongo que a todos nos pasa alguna vez que juzgamos a las personas por su aspecto.

Besos!

Ana Saturno dijo...

Lito, es buenísimo lo de ir hecho un hippy, me lo apunto para cuando me vuelvan a decir algo así. :-)

No entiendo por qué tu blog iba a ser incompatible con tus niños, de hecho es un alivio comprobar que se puede tener hijos y seguir disfrutando de las aficiones de cada uno.

¡Para todos los que te leemos a diario es una suerte que no te haya dado por escuchar OT!

Besos