22.10.08

perversiones: soy adolescente

Ayer terminé de leer la Rockdelux de este mes. Supongo que el hecho de destacar algo que no me gustó en lugar de todo lo que sí está un poco feo, pero qué le vamos a hacer.

Copio un pequeño fragmento de la entrevista de David Saavedra a Peter Brewis (The Week That Was):

- ¿Definirías tu estilo como pop adulto? No imagino a un fan de Babyshambles escuchándote.
(Más risas)
- ¡Yo tampoco! Tengo 30 años y no quiero escuchar a Babyshambles, que es en realidad un grupo para chavales. Hay gente de mi edad que escucha mucha buena musica, pero, en mi opinión, no se hace música buena, sino cosas para los jóvenes.

Reconozco que este párrafo me causó un malestar hondo, casi angustioso. Yo también tengo 30 años y resulta que me gustan mucho los Babyshambles, como dejé constancia aquí en su día. A la RDL también le gustaban en abril del 2006, cuando sacaron a Pete Doherty en la portada, pero creo que seguir por este camino llevaría a una discusión sobre diferencias de opinión entre los redactores de la revista que no tiene ningún sentido. Y el problema que tengo con estas dos frases no son precisamente los Babyshambles.

Me gustan también otros muchos grupos que supongo que tanto el entrevistador como el entrevistado considerarían que son música mala para jóvenes. Y esta categorización, distinguir buena música de música para jóvenes, me preocupa.

No es sólo algo relativo a mis gustos personales. Si fuera así, me limitaría a decir "pues a mí me gusta esto y lo otro, ¿y qué?". Es más bien la desazón de pensar que un crítico y un músico son capaces de prejuzgar y clasificar la música de esta manera, lanzando lo que es serio y adulto y entonces sí a un cajón y lo que es malo y frívolo y entonces no al otro. ¿Es que a partir de una cierta edad sólo se puede escuchar un tipo determinado de música? ¿No puede un chico de 15 años escuchar a The Week That Was? Yo podría decir que esa música que ellos llaman pop adulto es un aburrimiento y caería en el mismo tipo de simplificación que ellos. Simplificación errónea, por supuesto.

¿Qué tendré que escuchar cuando llegue a los 50? ¿AOR? ¿Bonnie Tyler? ¿New age? Dios mío, no quiero ni pensarlo.

10 comentarios:

anhh dijo...

Supongo que podríamos llegar a categorías más amplias que obedeciendo ciertos criterios arrojan la música buena a un lado si representa aquello que es representable como bueno (una cierta sensibilidad, un cierto conocimiento del canon, una muestra de ser culto, etc.) y como mala aquella que no se conforma dentro de esos márgenes o no se conjuga de la misma manera que en aquellos (Simon Reynolds hablaba de que cada vez que alguien definía un genero musical como “cheesy” sabía que lo realmente interesante estaba pasando allí, uno siempre se pone de parte de las canciones que son descalificadas como “música para niñas (pre)adolescentes”), pero trataremos de ceñirnos al contenido de la entrada.

¿No se trataba de esto desde siempre? Hombres mitificando su adolescencia. Gente que ha nacido con la clausura de la creatividad en la historia de las artes (es un proceso que se repite sistemáticamente desde hace siglos), gente que se considera los últimos de una tradición cultural y por tanto, son especiales. Gente que define su percepción de la música a partir del imaginario que su vida, sus reflexiones, las escuchas y los conciertos aplicando una serie de valores, siempre subjetivos e irregulares, con los que medir el universo. Gente que asimila el final de su urgencia hormonal con cierto amansamiento del mundo de la música a partir de la aparición de nuevos géneros, nuevos intérpretes, otros estilos interpretativos. Lo que sucedió en mi adolescencia, por malo que fuera, (Elvis, Woodstock, el glam rock, el punk, el indie, el grunge, el brit pop, etc.) fue la elaboración última y las olas posteriores son inferiores en calidad, cantidad, cualidades. Lo noto porque mis emociones ya no son tan intensas respecto a la música, no me da la misma “patada en el estómago” de descubrimiento (como tampoco uno se queda en las musarañas durante días al enamorarse o es perseguido por una imagen captada furtivamente durante meses o años).

El diferenciar buena música de música para jóvenes, quizá se puede ver de otra manera, como cierta crítica al mundo discográfico que está obsesionado con el consumidor adolescente, en lugar de buscar la fidelidad de un público que es capaz de madurar con los artistas y seguirlos durante sus respectivas carreras. La idea es un tanto ridícula, ya que lo suele decir gente que no demasiados años atrás eran adolescentes y no se quejaban de este tipo de cosas, además se reían de lo “adulto” y sus expresiones. Así que a protestar que nosotros sí fuimos rebeldes. Pero de todos modos detrás de todo está la idea de la educación del gusto. El creer que uno con el paso del tiempo y las experiencias vividas se hace más sabio, más inteligente, más sutil, más sensible, y como se han de abandonar las aventuras anteriores, ya que fueron un aprendizaje. Uno siempre a la búsqueda de la trascendencia, de la profundidad, de la metafísica. Tonterías. Todo el mundo sabe que la “educación” no es algo abstracto, alejado de los males terrenales y las mezquindades del día a día. Uno puede aprender las mayores tonterías, ignorar conocimientos necesarios para provocar la reflexión sobre aquello que se aprende, ser manipulado por los colores políticos dominantes en su estudio de los valores y la historia, etc. etc. Pero el creer que unos valores que brotan del interior de uno son infalibles y están ligados de forma casi genética con unos ciertos elementos musicales alejados de las convenciones morales y sociales de una época, pues bueno, si usted lo dice. Según esa estúpida idea de madurar, ese continuo andar hacia la autenticidad, para los cincuenta deberías estar escuchando ópera, tango, música medieval y mirar como se ha ajado ese amor adolescente que fue el rock/pop. Determinismo cultural. Ahora cambien lo musical por lo político, sigan el trayecto desde lo utópico y el compromiso pasando por la desilusión y la reorientación hacia los problemas “reales” y se verá demasiado bien el camino hacia donde tira todo esto.

(Y el chico que escuche con 15 años estos grupos adultos simplemente creerá que les saca ventaja a todos los de su generación en esta búsqueda y se creerá y justificará de este modo como más inteligente que la gente a su alrededor. Indie lo llamaban a eso ¿no?)

Ana Saturno dijo...

Hola, anhh:

Yo siempre he pensado que los cambios en el pensamiento político de una persona a medida que se hace adulto se derivan de un proceso de adquisición. No sólo de cosas materiales, que también, sino de cosas menos tangibles como un cierto status social y un círculo de amistades o familia que se escoge voluntariamente: cosas que hacen que lo que uno es a ojos de los demás sea más importante que lo que uno era cuando miraba dentro de sí mismo. La definición de uno como persona cambia, o se deriva de distintos valores. Cuando yo tenía 17 años creía que me definía una carpeta forrada con fotos de grupos de música. Ahora podría definirme por mi profesión, por ejemplo, que es lo que hace la mayoría de la gente (yo me resisto a eso con uñas y dientes).

Sin embargo, creo que en los gustos musicales lo que prima es el cambio interior más que las circunstancias exteriores. El hecho de volverse más acomodado, más serio y, sobre todo, como tú dices, el vivir las emociones de forma más contenida, puede hacer que alguien crea que sólo le interesan determinados estilos musicales, o incluso determinados autores. Yo creo que eso es una muestra de renuncia. A buscar, a conocer, a investigar, a ser activo, a dejarse sorprender... Si borras todo eso y te limitas a usar la música como banda sonora del cuadro fijo en el que conviertes tu vida, probablemente acabes rechazando y clasificando. Es posible que sea sólo miedo al cambio, no lo sé.

Tampoco había pensado en lo de la industria discográfica, y es posible que tenga algo que ver. Tú entiendes de eso más que yo.

No sé si mi entrada se puede entender como una crítica a lo que el resto de la gente escucha o deja de escuchar, pero no es mi intención. Lo que me molesta es el desprecio implícito hacia todo lo demás.

Y no sé si me ha dado más miedo la ópera, el tango, o la música medieval. Si hubieras hecho adrede una lista de mis fobias (vale, quitemos el tango de la lista) no te hubiera salido mejor. :-D

Saludos

__ dijo...

Si me gustaron los Undertones cuando tenía 15 años, ¿no me pueden gustar los Libertines en el año 2002?

La ventaja que tiene la edad es que, si no tienes complejos, te van gustando cada día más cosas y puedes difrutar de ellas. Por eso disfruto de la ópera las pocas veces que puedo, a la par de que estoy enganchadísimo a Locksley.

No sé si seré indie o no, pero mucha gente muere en vida antes de que se dé cuenta.

Me gustó mucho tu reflexión. Creo que el RDL tenía que poner precio para la tercera edad a los "adultos", que encima somos gilipollas y les compramos la revista.

Ana Saturno dijo...

¿Sabes que a mí también me gusta mucho Locksley, Ignacio? Tienen unas cuantas canciones que harían bailar a los inquilinos de cualquier cementerio. O a esos que tú dices que mueren en vida sin darse cuenta, si se dejaran. :-)

Supongo que en no tener complejos es donde está la clave.

Saludos

Ana Saturno dijo...

anhh, por si lees esto: he ido a poner un comentario en tu blog y no he podido. No se abría la ventana.

Era una bobería, pero bueno, para que lo sepas por si hay algún fallo.

__ dijo...

Mi blog es de lo más simple, es la plantilla tal cual, por lo que no suele dar problemas. He probado en el último post y no da ningún error para insertar un comentario.

Prueba dentro de un rato si sigues interesada.

Cuando tengo un rato seguimos filosofando con tu post y el comentario de anhh que tienen mucha miga como para despacharlo con cuatro líneas. Ahora no puedo entretenerme....

Ana Saturno dijo...

Ignacio, cuando dije lo del comentario me refería al blog de anhh, no al tuyo :-D

Me gusta lo de seguir filosofando, pero creo que mañana, que hoy se me cierran los ojos y me voy a la cama ya de ya.

Buenas noches

__ dijo...

Me gustaría saber que pensaron los jóvenes y los viejos cuando escucharon a los Stones Roses,
Cuantos años tenían los que alucinaron el Blonde on Blonde de Bob Dylan o que espera la gente de mi generación, de la tuya o de la de mi hija del nuevo disco de Franz Ferdinand.

¿Qué es la edad? ¿Toda la música está sometida al marketing? ¿Qué cable se me ha cruzado, a mi edad (y posición), para ansiar el nuevo disco de The Stars?

¿Puedo disfrutar de Silver Jews o de Damien Jurado? ¿O me tengo que retirar a la ópera y, como soy raro, al flamenco?

Lo único que sé es que chavales de 18 años parecen que han compuesto canciones para mí y que me encuentro genios encima de un escenario que sobrepasan ampliamente mi edad con mucha más energía y garbo que todos los que me rodean.

¿Cuándo moriremos? Quien lo sabe, seguramente cuando no podamos ir a un concierto...

Ana Saturno dijo...

Hola, Ignacio. No he podido sentarme a contestarte hasta ahora, llevo una semana un poco mala.

No sé qué esperan los demás del disco nuevo de Franz Ferdinand, pero te cuento lo que espero yo. Su primer disco, entre otros, tuvo la culpa de que volviera a escuchar música después de una temporada desconectada, así que con el segundo fui bastante exigente. Me decepcionó un poco al principio, luego aprendí a apreciar lo que tenía de bueno y olvidar el resto. Así que lo único que espero del tercero es que sea al menos como el segundo, porque no creo que consigan llegar al nivel del primero. La fórmula se ha usado demasiado en los años que han pasado desde entonces y ya no nos coge de nuevas, eso es lo malo.

La edad es algo que puedes elegir. O te comportas cómo crees que demanda la persona que te mira desde el espejo o como demanda la persona que está dentro de ti. El error está en pensar que hay cosas que a una determinada edad ya no se pueden hacer, como escuchar una música u otra. Hay cosas que a los 30 ya no hago, claro, pero no porque tenga 30, sino porque la experiencia es un grado y algo habrá que aprender a lo largo de los años, digo yo. Otras las sigo haciendo aunque no parezcan muy propias de mi edad.

Moriremos cuando no encontremos nada que nos emocione. Conozco gente de más de noventa años que sigue apreciando cosas del día a día, aún en condiciones precarias, y eso me parece casi un milagro. Hasta cierto límite, depende de cada uno el conseguirlo.

Besos

Ricky Mango dijo...

Cuando tengas 50 años probablemente la música ocupe en tu vida un lugar demasiado secundario como para que te atormentes ahora. La música pop es cada vez más un artículo de consumo para jóvenes en una sociedad en la que el ocio ha desplazado a la lectura, a la cultura y a la reflexión personal. ¿Crees que Balzac o Einstein habrían podido desarrollar su trabajo con un mp3 en la oreja? Yo creo que no.
Yo tengo 50 años, y en mi época me apasionaban los Beatles, los Rolling etc. Ahora, prefiero la riqueza mucho más frondosa de la música clásica, o los clásicos del jazz (aprendí a tocar el piano para poder interpretarlos). La música pop tiene únicamente un valor sentimental para los jóvenes: fueron los años de tus primeros amores, de cuando creías que tenías amigos, de cuando la vida se anunciaba halagüeña y eterna. A los 50 uno ha aprendido ya a filtrar lo que es simplemente sentimental de lo que a uno le gusta.