27.6.08

personal: el pasado en casa

Hoy voy a comer con una amiga muy querida a la que no veo desde hace siete años. En este tiempo no hemos hablado nunca, no nos hemos escrito, no nos hemos mandado ningún recado a través de amigos comunes. Nunca nos peleamos ni dejamos de hablarnos, simplemente el tiempo fue pasando sin que nos pusiéramos en contacto.

Cuando ayer cogí el teléfono y la llamé no tenía mérito: yo jugaba con ventaja. Ella no sabe nada de mí ni de mi vida, no sabe si mi aspecto es el mismo que el de la última vez que nos vimos; si trabajo, estudio o estoy en paro; si me he casado o me he metido a monja; si tengo hijos, perros o gatos. Pero yo sé, conozco su aspecto y su trabajo, he seguido sus pasos de cuando en cuando. Lo tenía fácil: mi amiga es actriz.

Nos conocimos en Madrid y pasamos juntas por tiempos convulsos, cuando éramos más jóvenes y todas las emociones se vivían a flor de piel. Ella, en aquella época, ya tenía la vocación bien arraigada. Participaba en cuanta obra de teatro se le ponía por delante. La he visto curtirse en todo tipo de actuaciones: cómicas, dramáticas, con baile incluido, lo que hiciera falta. Pasó del teatro amateur al teatro alternativo, y de ahí a los pequeños papeles en televisión. Algún capítulo suelto de alguna serie que sus amigas nos grabábamos unas a otras para verla. Después, los papeles más o menos estables como secundaria, incluso en una serie con mucho tirón. Y el teatro profesional, con gira por todo el país incluida, que va a permitir que volvamos a vernos no en Madrid, sino en esta isla.

Ayer hablamos como si nos hubiéramos visto el día anterior. Como si no hubiera pasado el tiempo, como si siete años no fueran nada. Quedamos en que hoy la llamaría cuando me liberara de mis obligaciones diarias y comeríamos juntas. Quedamos en que nos pondríamos al día de nuestras vidas. Después colgué, volví a sentarme ante el partido de la selección con calma aparente y fingí estar pendiente de los goles y las jugadas. Pero, por dentro, no podía parar de pensar algo tan estúpido como qué ropa me pondría hoy.

Cuando el pasado viene de visita a casa, una quiere estar lo más presentable posible. Aunque el pasado sea una amiga y el cariño se mantenga intacto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

si tu amiga se llamase Penélope y tuviera Cruz como apellido ¿podrías hacerme un favor? dalé mi número e insiste para que me llame.
Gracias

Jean_Artico dijo...

jodre que emocionante, verla despues de tanto tiempo

no?

Ana Saturno dijo...

Freire, eres un cachondo. :-p

Pues sí, ha sido emocionante, pero sobre todo ha sido de verdad como si no hubiera pasado tanto tiempo. Como si nos hubiéramos visto la semana pasada. Así da gusto quedar con viejos amigos.

Saludos

__ dijo...

¡Qué envidia me das!
Yo he tenido algún traspiés inesperado con algún reencuentro, y son dolorosos.

Alucino con ver a JeanArtico por aquí, ya que le conocí por Tesa y a tus Latidos por Música en la Mochila... se confirma tu teoría sobre los blogs y el sistema infinito de vasos comunicantes.

Además, me encanta que confluya la gente a la que admiro/quiero.

Besos a los dos, Ignacio