Esta imagen pertenece a la galería de Relleno de Mono en Flickr, y la vi ayer en el blog de Wooster Collective. Hay más como ésta, y todas me parecieron muy simpáticas. Los de Wooster siguen publicando auténticos tesoros cada día y me apetecía empezar con esta foto el cúmulo de desvaríos que será esta entrada.
En mi sección de lecturas, aparte de terminar Homo Sampler esta semana, he seguido leyendo los dos libros que tengo sobre el embarazo, y que voy consultando poco a poco según pasan las semanas. El primero, más serio, es la Larousse del embarazo. Está muy bien, es instructivo, práctico y muy sencillo de leer. Soluciona casi todas las dudas que se le puedan presentar a una (y para el resto ya están las compañeras de trabajo con niños pequeños).
El segundo, Embarazada, de Kaz Cooke, me lo compré por casualidad después de estar echando un vistazo en la librería. Al principio, cuando lo cogí en la tienda y empecé a ojearlo, lo miré con un poco de recelo, no es el tipo de libros que me suelen llamar la atención. Sin embargo, me hizo gracia lo que estaba leyendo y decidí llevármelo. El resultado es que llevo unos días de diversión continua cada vez que lo abro, ataques de risa incontrolable incluidos. Creo que hacía tiempo que no lloraba tanto de la risa, y eso es bueno. No sustituye a un libro más serio y completo como la Larousse, pero para desdramatizar un poco y relajarse es estupendo.
En el apartado musical también ha habido alguna que otra adquisición por culpa de una visita al Daily Price, ese antro de perdición, el sábado pasado. Esta vez Jenaro y yo nos moderamos bastante y acabamos cada uno con tres discos, al módico precio de 3'50 € casi todos (excepto el de Lily Allen, que me costó 5'45 €). Yo sigo sorprendiéndome cada vez que voy con las cosas que se pueden encontrar, sobre todo porque muchas de ellas serían impensables de ver en una tienda normal de Las Palmas. Los discos que compré son éstos:
No he oído completo el de The Bug, pero en la primera escucha parece que todos están en buenas condiciones. Esto de comprar cosas de segunda mano así de baratitas es estupendo. Bueno, es estupendo para todo menos para las estanterías de CDs, que cada vez tienen menos hueco libre. La única pena que me quedó de la visita a la tienda fue que encontré un disco de A House, pero no era el que me hubiera gustado.
Mientras, además de seguir enganchada al Spotify - la cosa funciona así: cada vez que alguien menciona algún grupo que no he oído en uno de los blogs que leo, voy derechita al Spotify y busco alguna canción; a veces se encuentran y otras, no, pero me lo paso en grande buscándolas -, estoy en el proceso habitual de limpieza de mp3 en el ordenador. Esta vez no he encontrado nada que me parezca excepcional, aunque sí algunas canciones que me gustan, como de costumbre.
Estuve escuchando también el disco nuevo de Lily Allen, y me gustó, aunque las sensaciones que me produce son bastante distintas a las del disco anterior. Tengo la sensación de que es un disco mucho más mesurado, más sereno. Tiene algunas canciones fantásticas y otras que me parecen más prescindibles (como el anterior, por otra parte), pero me falta algo de la chispa que tenía el otro. No sé si llamarlo frescura o descaro o simplemente novedad, pero echo de menos algunos de los sonidos que me resultaban característicos en su música. De todas formas, no me parece que sea ni para echarla a los leones ni para pensar que es uno de los discos del año, que son algunas de las cosas que he leído por ahí. En mi opinión es un buen disco de música pop, y para mí es suficiente.
Por supuesto, la vida real es bastante más dura que este mundo hecho de imágenes y sonidos. No para mí, que no puedo quejarme, sino, por ejemplo, para todos esos inmigrantes a los que la policía de Madrid parará cada día por la calle en una muestra más del delirio xenófobo, prepotente y absurdo con el que se está gobernando esa ciudad. También para las 21 personas que murieron en la costa de Lanzarote hace dos días, intentando alcanzar una vida mejor que ya no podrán tener. Seguimos sumando cadáveres en las costas y vidas destrozadas en el interior, pero no parece que eso le preocupe demasiado a nadie.
No a las televisiones, desde luego, que están entretenidas convirtiendo en basura todo lo que tocan y emitiendo juicios y opiniones alarmistas sobre todas esas cosas que no quieren conocer (vi una noticia en el Telediario en la que diseccionaban la cuenta de Tuenti de la pobre chica que asesinó su ex novio en Sevilla y no daba crédito a lo que estaban diciendo). Y entre carroña y carroña, programas de cotilleos con los mismos protagonistas que hace seis, ocho o diez años, viviendo permanentemente a costa de un supuesto entretenimiento del público.
De la famosa trama del PP no les cuento nada, porque he pasado de escudriñar las noticias intentando desentrañar qué estaba pasando a tener la desagradable sensación de que, termine como termine la cosa, al final acabarán tomándonos el pelo entre todos como siempre. Puestos de trabajo por la cara, coches, pisos, viajes, mucho dinero y muchas empresas. Eso es lo único que veo cada vez que leo alguna noticia al respecto. Ah, sí, y muy poco interés investigador, por supuesto.
Así que vamos a olvidarnos de todo esto y hablar de algo mucho más prosaico. Este fin de semana se celebra la Copa del Rey de baloncesto y al Granca le ha tocado jugar contra el último equipo que a mí me hubiera gustado, el Unicaja. ¿Por qué no lo quiero? Porque los entrena Aíto, y yo creo que no se nos da nada bien atacar a la defensa cerrada que suelen presentar sus equipos, con presión al límite desde que se pone en juego cada balón. Ya le tenía bastante manía al Joventut cuando lo entrenaba él, así que espero no acabar igual con el Unicaja.
Si nos ponemos optimistas y tratamos de olvidar que nunca hemos ganado un partido de Copa en las otras cinco veces que nos hemos clasificado, podemos leer este artículo del Canarias Ahora, por ejemplo. O ver el estupendo vídeo que han preparado en la Televisión Canaria, que por una vez en la vida parece que están dispuestos a darle minutos al baloncesto en su programación (y eso que el equipo es el Granca, pero esa ya es otra historia). O tomar la famosa frase de Obama como un mantra y recitarla mientras se mira a este Savané obamizado que les pongo aquí por cortesía de mi amigo Dani, que sí tiene la suerte de irse a Madrid a ver la Copa en directo y me prestó el dibujito.
Con un poco de suerte, o quizá con un milagro, habré aprobado el carnet de conducir para cuando vaya a empezar el partido. Y si no, seguiré intentándolo, que ahora al menos ya sé lo que es suspender y da mucha rabia, pero nada más. Cosas peores se han visto, digo yo.
PD. Iba a contarles lo mucho que alucinamos el viernes viendo Supernanny, pero al final se me han ido quitando las ganas. Eso sí, hubo un momento del programa, ése en el que el niño, con sus 4 añitos, grita "no me dejáis hacer nada, hijos de puta" a sus padres, que Jenaro y yo creemos que debería pasar a la Historia, con mayúsculas, de la televisión. Droga dura.