Dicen por todas partes que el disco de versiones que han sacado los de la BBC para conmemorar el 40 aniversario de la Radio 1 es malo con ganas. Yo no lo he escuchado entero todavía, y tampoco sabía que había una versión por cada año, lo acabo de ver ahora. La cuestión es que la versión que hacen The Gossip de Careless Whisper me parece una auténtica bomba, de hecho estoy deseando volver a pinchar para ponerla (aunque ya cayó este jueves) y poder bailar a gusto. Que cuando la oigo en el trabajo me dan ganas de saltar encima de la mesa a bailar, y claro, no es plan.
Por otro lado, hoy he visto que Yelle va a ser la telonera de Mika en el concierto de Barcelona (y en el resto de la gira europea), y me he quedado con una sensación rara. Teniendo en cuenta que ya sale hasta en el Elle, no es de extrañar, pero hasta que vi el cartel del concierto no se activó un extraño mecanismo elitista-musical de esos que intento expulsar de mi cerebro. Esto viene a cuento de que en el mix que toca hoy también va una canción de ella, pero lo que me importa es otra cosa.
Hace unos años, los que éramos algo parecido a indie kids teníamos asumido que nadie conocía la música que nos gustaba. Nos miraban con cara de raros si nos oían hablar de música. Y eso, hay que reconocerlo, era guay. Te hacía sentir especial. Por lo menos tenías un mecanismo diferenciador de la manada, como otros tenían su afición al baloncesto o al voleibol.
Con los años, muchos de los grupos que nos gustaban empezaron a ponerse de moda. Y de pronto, era como que nos gustaban un poquito menos. Alguien llegaba y te hablaba del disco nuevo de cualquier grupo y tú le contestabas en plan condescendiente que ese disco era una basura comparado con el que habían sacado en el 94... cuatro o cinco discos antes.
Después, supongo que con la madurez, una aprende que en realidad es bueno que los grupos sean conocidos y que les vaya bien y puedan seguir dedicándose a la música. Siempre que no se conviertan en una mierda comercial por culpa de las discográficas, claro. Pero han sido muchos años siendo especial por saber quiénes eran Amphetamine Discharge, por poner un caso, como para que toda aquella coraza se te caiga entera. Es difícil, eso es lo que pasa. Una canción que nos hace estremecer se convierte en algo íntimo, y encontrar a cualquiera cantándola por la calle a veces es difícil de asimilar.
Aún así, yo intento superarlo. En serio, lo estoy dejando, lo de sentirme especial por escuchar este o aquel grupo. Y para eso tengo dos estrategias. La primera se llama "tú también puedes escuchar basura", y consiste en no sentirme culpable si me gusta una canción que salga en los 40 Principales. La segunda se llama "la música es de todos", y consiste en alegrarme cuando un grupo que me gusta tiene éxito.
Esto último pasa cada vez más a menudo, y con mayor rapidez. Como internet ha conseguido que el acceso a la música sea mucho más fácil, ahora las canciones llegan a mucha más gente y lo mismo conseguimos que hasta en Las Palmas alguien llegue a conocer a, yo qué sé, L-Kan, que también salen en el mix. No sólo por internet en sí, sino porque las radios y discográficas empiezan a fijarse en lo que se mueve en los blogs y etc. para buscar artistas nuevos y hacerse los modernos. Lo malo es que creo que ahora los grupos también son olvidados más rápido, igual que pasa con los libros y las películas, por culpa de esta sociedad de consumo de mierda en la que vivimos. Todo es usar y tirar las cosas, en menos tiempo cada vez.
Menos mal que internet nos ayuda también a recuperar discos de hace años y años, completamente descatalogados, a los que no hubiéramos tenido acceso de otra forma. Es la herramienta perfecta para librarnos de la tiranía del mercado.
Todo este desvarío en el que me he embarcado aquí también va a cuenta de que he cambiado mi canción de cierre de sesión en el ROOMing. Desde que la primera vez que pinché, en noviembre del año pasado, siempre cerraba con Young folks, de Peter, Bjorn & John. Lo que pasa es que, casi un año después, esa canción es la sintonía de casi todos los programas de Cuatro, la han copiado vilmente los del anuncio de la Agencia Tributaria y está hasta en la sopa. Y ya me entran los sudores de sólo pensar en oírla, con lo bonita que es. Pero no es por elitismo, es por saturación. En serio.
Y cuando el jueves pasado me dijo un amigo en el momento en que se encendieron las luces que si ahora tocaba "la canción de Cuatro", decidí que había llegado definitivamente el momento de cambiar. Y eso hice. El jueves, que fue una noche un poco especial porque nos apropiamos del bar a partir de cierta hora y acabamos bailando entre amigos, cerré con Julieta Venegas entre pitos y chuflas, pero con todos cantando "Me voy" a grito pelado. Y el viernes, en la decisión definitiva, cerré con esa nueva obsesión que tengo, There she goes, de Babyshambles. Espero que me dure por lo menos tanto como la otra, que casi un año cerrando con la misma canción no es nada desdeñable. Por lo pronto, el mix que, ahora sí, les dejo aquí, también cierra con ella.
Las canciones:
01 L Kan - Todo Lo Que No
02 Astrud - Acordamos
03 Dorian - Cualquier Otra Parte
04 Vive La Fête - Mais
05 Gossip - Careless Whisper
06 Yelle - Ce Jeu
07 Lamont - The Golden Daze
08 Tiny Masters of Today - Bushy
09 Jens Lekman - Friday Night at the Drive-In Bingo
10 Babyshambles - There She Goes
Y el mix, un día después lo han borrado de Massmirror, no sé por qué. Como soy cabezota, lo volví a subir y aquí tienen dos enlaces: aquí y aquí. El primero es de Rapidshare, va más rápido pero ya sabemos que tiene lo malo del tiempo de espera. El segundo es uno que no conozco, era de los que me salían ayer en el Massmirror y tiene dos pegas: que es más lento y que suena una música espantosa a todo volumen cuando cargas la página. En fin, avisados quedan.