de belingo nos vamos al monte
Después de una semana bastante alejada de Internet (ni he podido escribir ni leer mucho), hoy quería contarles que el sábado nos fuimos de excursión por uno de esos sitios de Gran Canaria que no aparecen habitualmente en los folletos turísticos. Aparte de playas preciosas, en esta isla hay campo, aunque no lo parezca, y en los años en que las lluvias son generosas, como éste, el paisaje se reverdece, el agua corre por los barrancos de la isla y las presas, excepto la de Soria, que es la mayor, se llenan y hasta rebosan.
La excursión la hicimos con un curso de la Universidad de Las Palmas para mayores de 55 años. Mi tía va a clase en ese curso y mi madre es una de las profesoras, así que nos colamos y nos fuimos de senderismo con ellos. El camino no fue muy largo, 7 kilómetros, pero teniendo en cuenta que Jenaro el día anterior había jugado un partido de fútbol (sí, en serio) con mis compañeros de trabajo y estaba molido de agujetas, tiene muchísimo mérito que nos pusiéramos en pie a las siete de la mañana y pasáramos tres horitas caminando. Tiene mérito por su parte, no por la mía, claro, porque yo el día anterior no había hecho más que reírme de mis compañeros en la banda y hoy todavía me duran las agujetas de la excursión. Tengo que hacer más deporte, está claro.
En cuanto a nuestros compañeros de viaje, no se crean que por estar rondando los 70 años iban despacio. Algunos parecían cabras montesas, iban de los más preparado para la excursión y caminaban a una velocidad envidiable. A otros les costaba un poco más y los esperamos un rato en uno de los caideros, pero al final llegamos todos al restaurante (en el pueblo de Soria) sin ningún contratiempo y disfrutamos de una comida típica: potaje de berros y carne de cabra. Nos supo a gloria...
Las dos presas en las que estuvimos, Las Niñas y Soria, están en el sur-suroeste de la isla, como les indico en este bonito mapa de Gran Canaria:
Y las fotos de la excursión las pueden ver en mi cuenta de Flickr, que por fin tiene fotos públicas. La verdad es que están bastante bien, yo misma me sorprendí anoche cuando las vimos en el ordenador. Con el cacharro de cámara que tengo y lo malos fotógrafos que somos Jenaro y yo, está claro que el paisaje era tan bonito que lo difícil hubiera sido estropearlas. Eso sí, ir con tu cámara reunida a base de cupones de un periódico con sus 16 MB de memoria y sus pilas que tienes que quitarle después de cada foto porque si no se las merienda en dos segundos, y encontrarte a una de las señoras de la excursión con la misma cámara convertida en un todoterreno (ampliación de memoria a 64 MB y pilas recargables en la cámara y de repuesto), no tiene precio.
Espero que les gusten las fotos.
1 comentario:
jo, unas fotos preciosas, que envidia.
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