punto y aparte, otra vez
Éste que ven aquí es Diego. Podría echarle la culpa de que haga tanto tiempo que no escribo en Los Latidos, más allá de poner algún que otro vídeo o enlace suelto, pero no sería verdad. O al menos, no del todo. Es cierto que no tengo mucho tiempo libre, que las mañanas me las ocupa la oficina y las tardes el peque, pero además tengo que reconocer que no tengo ganas.
Durante estos últimos meses he aprendido que internet necesita una cierta dedicación que yo ahora no le puedo prestar. Si uno es más o menos constante, escribir en un blog y leer y participar en otros resulta una actividad muy gratificante, pero en cuanto se pierde esa regularidad, es tremendamente difícil retomar el hilo. Además, en estas semanas he tenido la sensación de que internet se ha convertido en un sitio lleno de conversaciones al más puro estilo "la tengo - no la tengo" de los niños intercambiando estampas en el patio del colegio, o gritando "primer" o "y tú más". Y me da muchísima pereza tratar de superar esta sensación para sentir que puedo tener algo que compartir con el mundo.
Es decir, ¿qué sentido puede tener que les cuente sobre los (pocos) discos que he comprado este año? ¿O sobre los (también pocos) que he escuchado y apreciado? Sé que no voy a compartir nada nuevo, y en el fondo, creo que tampoco se pretende, pero dudo que a estas alturas esas pequeñas cosas puedan interesar a nadie. Cada vez encuentro menos diversión en buscar novedades y reseñarlas, y estoy volviendo a percibir muchas cosas de una manera más íntima, más personal, más difícil de poner en palabras.
Del resto de cosas que se solía hablar en este blog... La política cada día me asquea más, estoy completamente al margen de los medios de comunicación, aún no he podido hincar el diente a ninguno de los libros que tengo pendientes desde Reyes (tampoco he dicho nunca cuáles son, y tampoco creo que interese demasiado), y el cine es una quimera (con el fabuloso cómputo de una película desde que nació Diego, vista hace dos semanas). Como ven, no es un panorama muy alentador para el objetivo de alimentar el blog.
Aunque, una vez más, el problema no es no tener de qué hablar, es que de pronto hablar de esas cosas se me hace fútil y el esfuerzo que tendría que realizar para ello, demasiado grande.
En la vida real, aparte de Diego, ha habido y habrá más cambios que me han tenido ocupada y entretenida. Así que, en lugar de postergar una agonía prevista, he decidido mantener Los Latidos en un segundo plano hasta poder volver a dedicarle tiempo y tener ganas de hacerlo. He buscado otras formas más simples de dar salida a las chorradas habituales que se me ocurren y por ahora creo que es todo lo que puedo dar de mí.
Volveré por aquí, pero no creo que sea pronto. Lo que espero es que sea para mejor.