Y el caso es que el disco malo no es, pero tampoco es que sea nada nuevo bajo el sol. El disco de Teenager estaba lleno de aristas rugosas y ásperas, cosa que no aparece por ningún sitio en el de Ladyhawke. Es agradable de escuchar, no tiene estridencias y nunca se sale de la línea trazada previamente. Pero esto significa que tampoco tiene mucha emoción, que digamos. Me costó de hecho escoger una o dos canciones que me gustaran mucho más que las otras. Sí, había algunas que me llamaban la atención un poco más mientras las oía (Back of the van, Dusk till dawn, Paris is burning), pero tampoco como para tirar cohetes. Y creo que es porque son todas demasiado iguales.
¿Qué diferencia puede haber entre este disco y el de los Black Kids, por ejemplo? Es posible que éste suene mejor, que no sea tan irregular, pero tampoco tiene nada que lo vaya a hacer perdurar en mi memoria. El otro, sin embargo, sí. Quizá sin motivo aparente, pero consigue atrapar un cachito de mi corazón. Ladyhawke está muy, muy lejos de eso.
Ayer, mientras trabajaba, estuve escuchando este disco sin parar. Era una buena banda sonora de fondo: no molestaba, no interrumpía mi atención. No tenía nada por lo que yo tuviera ganas de ponerlo otra vez, y realmente no creo que lo haga. Sin embargo, voy a buscar los remixes de Paris is burning que circulan por ahí. Igual consiguen insuflarle la vidilla que echo en falta en la versión original.
PD1. Me pregunto qué nota le van a dar los de Pitchfork. Aún no han publicado la crítica y yo ya estoy esperando con desconfianza.
PD2. Antes de que yo escribiera estas líneas, en La increíble verdad ya se había publicado una crítica de este disco.






