Siete días sin escuchar música. Poniéndome delante del ordenador sólo cuando tenía fuerzas para estar sentada diez minutos, y sin durar mucho más. Sin ver la tele. Sin seguir esos rituales que tenía últimamente como esperar a ver Sexo en Nueva York antes de irme a dormir. Siete días sin trabajar, excepto el miércoles, en que fui a la oficina y el resultado fue que tuve más fiebre esa noche y tuve que volver a encerrarme. Siete días hecha polvo de los que he pasado cinco en casa de mis padres, dejando que me cuidaran un poco y recuperando las costumbres de la infancia. Como leer una novela policiaca tras otra. Por ejemplo, éstas, en orden de lectura:
No hay nada en el mundo que me guste más que una buena novela negra. Menos mal que estaban ahí cuando yo las necesitaba. Al menos estos días he estado entretenida.
En el Vogue de este mes recomiendan las flores como una de las tendencias de moda. Entre bolsos, camisas, pantalones y broches, todos floreados, incluyen el disco 




