Después vinieron mi lado friki, unos CDs de Ubuntu y una conversación con Jenaro de esas que luego lamentas no haber grabado, porque creo que va a pasar a los anales de nuestra vida en pareja.
Para seguir, un par de tardes de investigación en internet y de cacharreo con el equipo, amén del montaje de un zapatero que nos está haciendo las veces de soporte para la CPU.
Y hoy, una semana y media más tarde, puedo anunciar orgullosa que Linux ha vuelto a nuestras vidas después de tres o cuatro años. Con acceso a internet incluido. Viene en forma de Ubuntu 7.04, Feisty Fawn, y todavía no hemos instalado los programas de música, pero es el siguiente paso.
Todo se andará. Por lo pronto, Los Latidos inaugura una nueva categoría: el pingüino.
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